De repente, sin saber ni cómo ni por qué, un buen día coges la cámara y empiezas a mover instintivamente todos sus botones y ruedas de ajuste. Algo que nace del estómago empieza a salir hacia los dedos, los ojos, la mente, el espíritu.
Cien bocetos que acabaron en la papelera se juntan como piezas de un puzzle y todo, de repente, encaja. Los ojos, los dedos, la imaginación, la luz, el tiempo, todo se pone de acuerdo y la orquesta, por fin, entona una sinfonía con sentido.
Las imágenes salen de la cámara directas, sinceras, apenas sin necesidad de ni el más mínimo ajuste ...... algo en mi interior se estremece.
Busco una tarjeta, hago una llamada, y la sinfonía se escucha por todas partes .... y mi temperatura corporal se eleva varios grados. Oigo, de repente, abrirse una puertecita .... y allá que voy, dispuesto a cruzarla.
¿qué hay allá dentro? No sé bien, pero eso será otra historia que muy pronto podré contar.