"Hola Julio, aquí vengo con mis padres a invitarles a comer por mi cumpleaños ....", digo con mi calva reluciente al entrar al restaurante.
"Hombre, ¿cómo estás?". "Pues del hospital a casa, de casa al hospital. Unos días mejor, otros peor. La quimioterapia esta que ...". Julio, el dueño, me interrumpe y saca de debajo de la mesa una analítica y un informe médico: "Mira, tengo varias manchas en el pulmón. Pequeñitas, de milímetros, y van a ver de qué son. Yo no me preocupo por estas mariconadas .." (Y una leche, pienso yo ...). "Ya te contaré en que acaban estas manchas, pero vamos que tu leucemia bien, ¿no? Sólo hay que verte ...", termina diciendo el tal Julio.
Santiago, el otro dueño del restaurante, de complexión atlética, alto y hermoso, engominado hacia atrás me pregunta por mi salud. "Bueno, pues curándome la leucemia, pero esto es largo y uno se siente enfermo y cansado y ...". Otro que me interrumpe: "¿Enfermo? Si yo te contara como estoy, el estrés del restaurante, el ....", y dejo de escuchar, desconecto y me siento a la mesa.
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"Hola Emi, ponme un zumo, un café y una tostada que vengo de hacerme una analítica". Saco mi pastillero y me sumerjo en él a rescatar las 8 pastillas que tengo que desayunar. Emi vuelve con mi desayuno: "Guapetón, que bien te veo". "Sí, ya me ves, empastillándome ...". "Eso no es na", suena con deje extremeño, "yo me tomo 13 pastillas al día desde que tengo 8 años de edad, soy epiléptica, depresiva, y .....". Me concentro en la tostada y vuelvo a desconectar.
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"Me he enterado de lo de tu leucemia", me dice el vecino. "Sí, ya ves .... una putada", digo. "¿Putada? Para putada la de un compañero mío del trabajo, que le diagnosticaron una leucemia promielocítica ..". "Anda como la mía", digo yo. Pero no me deja seguir: " ... se la diagnosticaron tal que un sábado y el domingo la palmó". Decido despedirme porque me están esperando mis padres .....
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"¿Qué tal vas tío?". "Macho, llevo ya más de dos meses con la maldita leucemia, a mitad del tratamiento fuerte y esto de estar todo el día hospital arriba, hospital abajo, quimioterapia, náuseas, mareos, fiebre, altas, bajas, pruebas,...., está uno harto". "Joer, pues yo te veo bien tío, no parece que tengas nada ... bueno, lo de la calva, está de moda ....". Ya estamos otra vez, pienso yo, que la procesión va por dentro ....... "Tu fíjate que ojeras tengo yo", me dice, " sólo duermo un par de horas al día, y no seguidas. La loquera después de 8 años de tratamiento todavía no ha encontrado nada que me haga dormir".
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Un conocido del barrio me da hoy los buenos días. "¿Y ese cambio de look? A la moda, ¿no?, la cabeza rapada". "Pues no, es que hace dos meses .....", hago un parón y me lo pienso", ... me salieron piojos y tuve que raparme el pelo. Ahora tengo un eccema y estoy dándome cremas a ver si se me quita". "Ah, vaya .... y oye, hace mucho que no te veo, ¿dónde te has metido?". "Pues es que ....", estoy unos segundos en silencio pensando qué decir," ... he tenido una gripe tardía, y unos cuantos viajes, por eso no me has visto". "Bueno, me voy al hospital que le van a hacer un by-pass a mi padre".
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El caso es que me acaban de llamar del hospital, tengo que hacer la maleta y presentarme allí ya mismo. Me espera el quirófano para ponerme una vía central y la primera bolsa de termitas. No contaba con ingresar hoy, ya que no me habían avisado aún. Pero mi vida ahora es así, no hay planes, ni días, ni mañanas ... sólo hospitales. El estómago se me ha encogido, pero allá que voy a por el tercer ciclo de quimioterapia sabiendo lo que me espera los próximos días ....
Pero vamos, yo no estoy enfermo, sólo hay que verme. El que está enfermo es este planeta. O más bien, sus habitantes.