Todas las fotografías y textos son propiedad del autor. Todos los derechos reservados. Copyright © 2010 José Luis Esteban




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lunes, 31 de enero de 2011

Y te empiezan a pasar cosas ...

Llegar al reconocimiento, en todas su escalas y versiones, en el mundo del arte o la creación se consigue o bien siendo un genio o porque alguien haga creerlo al resto de los mortales. Como yo no pertenezco al primer tipo, debería llegar a semejante estadio o por enchufe o por pesado. Como yo no tengo enchufe, sólo me queda una alternativa: ser un pesado.

Pero para desgracia mía, ay mísero de mi, no sé ser pesado ni aunque me lo proponga. Así que, vistos los planteamientos, debería desistir. Pero es ahí donde empieza la "cabezonería" aragonesa que llevan en herencia mis genes. Y entonces, simplemente por empeñarse en estar y ser, te empiezan a pasar cosas. ¿Hasta cuándo? La providencia dirá.

En el último mes del 2010 y en lo que va de año me han empezado a pasar cosas o, para ser más preciso, me siguen pasando: soy finalista, con opción a premio aún, de un prestigioso concurso nacional de fotografía; me han seleccionado para exponer en uno de los Centros de Arte públicos más importantes de Madrid, por no decir el que más; la semana pasada inauguré una exposición colectiva dentro del Madrid Gastrofestival 2011 y hoy me ha comunicado la Galería de Arte donde expongo que me ha vendido las dos fotografías expuestas. Y no es que me vaya a forrar, ni mucho menos, porque el beneficio por fotografía es irrisorio, pero a uno le hace ilusión vender una obra en una Galería de Arte a un comprador coleccionista que ve tu trabajo, le gusta y te lo compra. Y no sabes quién es, ni cómo se llama, ni dónde pondrá tus obras. Pero las ha sabido apreciar y te las compra.

En definitiva, te empiezan a pasar cosas, cosas buenas, y aunque no sepas cuándo ni cómo ni dónde se va a acabar la racha, abres velamen y a dejar que el viento te lleve.





Fotografía: pescadores en el embalse de la Tranquera (Zaragoza)


miércoles, 26 de enero de 2011

Felación: un cuadro mal pintado

Supongamos que hay un local donde se cuelgan en las paredes fotografías (¡Ah!, pero ¿las fotografías se pueden imprimir en papel?), cuadros (que son unos lienzos sobre los que se arroja óleo en distintas tonalidades y proporciones) y hay pedestales con esculturas (o cosas construidas con otras cosas).

Y en ese local, un buen día, entra una señora a ver que hay colgado en las paredes. Y esa buena señora se fija en un cuadro. Pero no es un cuadro cualquiera. No. Porque está mal pintado y tiene un error.

Así que esta buena señora se dirige al dueño del local y se lo dice, así, sin más: "Oiga, que este cuadro tiene un error. Lo han pintado mal".

"Y ¿cómo es eso?", responde sorprendido el dueño del local. Que, atónito, espera ansioso conocer el error.

"Pues está claro", y exhala aire la señora, para enfatizar que aquel error es algo muy grave. "No puede estar un hombre sentado en una mesa de frente, y que se le vea por debajo de la mesa el culo y las plantas de los pies". Y sonríe la señora, con una sonrisa dulce y sabiéndose observadora y suspicaz.

Al ahora ya enrojecido dueño del local le recorre una especie de náusea, mezcla del asombro y la imperiosa necesidad de irse corriendo al servicio a soltar una de las mayores carcajadas que jamás haya soltado. Respira. Suspira. Se cruza de brazos. Se acaricia la barbilla. Se rasca la calva. Domina la situación.

"Verá usted señora", dice el congestionado caballero dueño del local, "no es un hombre sólo sentado en una mesa. Hay dos hombres".

La señora mira. Remira. Busca. Pero no encuentra. "No, no hay dos hombres. Yo solo veo una cabeza, un culo y las plantas de dos pies. Sólo hay un hombre. Y es imposible que a un hombre sentado se le vea el culo y las plantas de los pies", se toma su tiempo y mira, remira y vuelve a mirar. "El cuadro, caballero, está mal pintado".

El dueño del local, a punto de echarse a llorar, no del disgusto de tener colgado de una de sus paredes un cuadro mal pintado, sino por la risa contenida, decide cambiar de táctica. Hay que ser explícito.

"No, señora. Esto que usted ve es una felación".

La señora mira. Remira. Y vuelve a mirar. "Ah, ya, ya lo veo. Es que esto del arte moderno sigo sin entenderlo". "¿Felación?", dice entre dientes la señora mientras sale del local donde se cuelgan fotografías y cuadros de las paredes, y se colocan esculturas en pedestales. "Felación", le sigue dando vueltas. "Seguro que esa postura tan rara son de esas gimnasias que hace mi nieta". Y se despide.

(Historia ésta verédica y real como la vida misma, relatada con alguna licencia que en nada desvirtúa lo acontecido).



¿Que pensaría esta señora si viera "El jardín de las delicias", de El Bosco, si por casualidad fuera alguna vez a ver lo que hay colgado en las paredes de un lugar llamado Museo del Prado?. No lo quiero ni imaginar .......

miércoles, 19 de enero de 2011

Exposición Gastrofestival 2011

Tal como reza el tarjetón, del próximo lunes 24 de enero al 5 de febrero de 2011 se celebra el Gastrofestival 2011.

La Galería de Arte Montsequi , invitada con la que colaboro celebra en esas fechas una exposición colectiva con el tema conductor de la gastronomía. La inauguración, con vino español y aperitivos, tendrá lugar el martes 25 a las 20:30h a la que seguramente asista.

Yo expongo dos fotografías, dos bodegones realizados para la ocasión. Minimalistas, austeros, pero con el toque poético que intento siempre plasmar.

Allí estaré y todos los que me leáis seréis bienvenidos.


jueves, 6 de enero de 2011

La ciudad gris de los hombres sin alma

Había una ciudad gris habitada por los hombres que no tenían alma.
De vez en cuando la observaba desde la distancia apostado en algún risco.
Otras veces me adentraba en ella para alimentar mi estómago.
En la ciudad estaban atrapados millones de sueños.
El ruido rebotaba por sus laberínticas calles como los aullidos de una jauría de coyotes.
De vez en cuando se veía el sol entre sus muros sobre el cielo azul.
Otras veces, las más, se cubría de humo y polución.
En las tripas de la ciudad gris los hombres se morían de hambre.
En aquella ciudad nadie me veía y nadie era como lo miraba.
Nadie se hablaba.
Había una ciudad gris a la que nunca quise ir
habitada por hombres sin alma
que no se dejaban ver.




"Nadie me verá del todo
ni es nadie como lo miro"

Miguel Hernández