Todas las fotografías y textos son propiedad del autor. Todos los derechos reservados. Copyright © 2010 José Luis Esteban




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viernes, 25 de noviembre de 2011

Finalista XIV Premio Bienal Unicaja de Fotografía

El día empezó mal, muy mal ..... hoy necesitaba abrir una puerta que me iba abrir un nuevo mundo. Pero me he dado de bruces con ella. No sé si fruto de los tratamientos de quimioterapia o simplemente que mi edad biológica, con esto de la leucemia, se ha apoderado de mi, pero el caso es que me encuentro últimamente falto de reflejos y algo lerdo para desenvolverme por este alocado mundo. Cuestión esta que se une a que mi batería se descarga muy rápido y tengo que dosificarme en mi actividad vital. Sea por lo que sea, desgraciadamente, el caso es que tengo que volver a esperar.

El resto de la mañana se ha pasado con problemas menores que, como en tantas y tantas cuestiones, se resolverán con tiempo y dinero.

Menos mal que algo bueno me ha traído por fin el día: el jurado del XIV Premio Bienal Unicaja de Fotografía me ha seleccionado como finalista del mismo, aunque no he sido premiado finalmente. Mi fotografía formará parte de la exposición que durante el año 2012 recorrerá distintas ciudades andaluzas y se incluirá en le catálogo que se editará con motivo de dicho evento. La fotografía, que ya apareció en este blog en su día, la tomé en una de los aislamientos que tuve que sufrir en el hospital durante mis tratamientos. ¡Vaya recuerdos!






















La titulé "Crisálida" y creo que todos los enfermos que han tenido la desgracia de padecer un cáncer y la suerte de poder contarlo la entenderán perfectamente.

A pesar de que el año agoniza ya en breve, no será ésta mi última novedad fotográfica. Ando preparando algo con la Fundación Josep Carreras de lo que en breve informaré en este blog.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Crepúsculo

Crepúsculo: "Etapa declinante que precede al final de algo"


Acabo de recibir una llamada que me abre una de las últimas puertas hacia el final de mi último sueño. La semana que viene puede que aquello con lo que soñé en el hospital esté muchísimo más cerca.



Fotografía: embalse de Santillana (Madrid)

jueves, 10 de noviembre de 2011

Por cada historia que termina

Anochece y se vienen encima oscuridad, silencio y frío.

Por cada historia que termina un corazón que se parte, desangrándose en el olvido.

Una luna nueva que asoma, un largo día que acaba.

Perdóname por haberte querido. Perdóname por haberme perdido.

Todas las historias se terminan: en unas ríes, en otras lloras, pero al final en todas las páginas se acaban.

Así fue aquel loco camino sin sentido, una breve historia que se acaba.

Hoy llueven rencor, ira y lágrimas. Hoy muerde el estómago encogido.



Por cada historia que termina,

oscuridad,

silencio

y frío.




Fotografía: una historia que termina, ahogándose en un pantano, entre oscuridad, silencio y frío. Embalse de Santillana, Manzanares el Real.

martes, 8 de noviembre de 2011

Algo que celebrar

Aquel día decidí cumplir un sueño. La noche anterior, aislado en aquella habitación terriblemente blanca del hospital, me había despedido de mi hermano que, atónito y sin articular palabra, se petrificó delante de la cama incapaz de reaccionar. Jamás se me olvidará su cara ni esa dulce sensación que se apoderó de mi: la de apagarse lentamente, como se apaga una vela que se queda sin mecha.

Al día siguiente la suave luz del sol que apenas dejaba pasar las exiguas lamas de la persiana me desperezó de las brumas que se habían apoderado de mi. Sin poder mover ni la mano para secarme una lágrima que me caía por la mejilla, porque mi cuerpo falto de oxígeno era incapaz del más mínimo movimiento, decidí cumplir un sueño.

Un sueño que consiste en una carrera de obstáculos en la que hoy, gracias a Dios, tras mucho esfuerzo y lucha contra mi mismo, que es la más difícil de las luchas, he logrado sortear uno de los más complicados.

Así que hoy sí tengo algo que celebrar: mi sueño está cada vez más cerca, aunque la vida me ha enseñado que lo que un día está cerca, al día siguiente puede estar en el infinito, o más allá. Pero no por eso hay que dejar de luchar ni perseguir un sueño.




Fotografía: tomada en el embalse de El Vellón, Madrid

lunes, 7 de noviembre de 2011

Un indolente eufemismo

Como si de un parte de guerra se tratara: mi estado asténico remite, espero definitivamente, sin embargo nuevos daños colaterales han asaltado mis trincheras. Una epidemia invade mis tendones y músculos de tal manera que no hay movimiento que haga que no me produzca dolor. Cualquier malpensado diría que es cosa de la edad, y razón puede que no le falte, aunque yo lo achaco más a la falta de actividad de estos meses pasados y a los malditos tóxicos que son el pan mío de cada día.

Mi médico dice que soy el raro de la familia, lo que a mi me pasa no le pasa a ningún paciente, y de lo que la mayoría refiere como efectos secundarios, yo no tengo ni rastro. Me los relaciona y termina, sarcásticamente, con una cruel pregunta: "¿Se los cambiarías?". Mi respuesta es contundente: "NO".

A esto hay que unirle el eufemismo que se ha puesto de moda entre mis "conocidos" del barrio, ya que apenas salgo de aquí. "¡Qué fuerte te has puesto!", es clamor popular. Que gente tan bondadosa y prudente, cuando lo que quieren decir es que he desarrollado un enorme músculo abdominal que lejos de contenerse, bribón él, ha decidido expandirse. A todo esto, saco pecho y meto barriga. Y rezo para que no me vean cojear, no me quieran dar la mano o se les escape un golpecito en la espalda, porque entonces pudiera ser que el eufemismo le diera un abrazo a la razón y se convirtiera en un "¡Qué mayor te has hecho!". Y por ahí, sí que no paso.



Fotografía: Cudillero, Asturias.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Mi tercer seno

Me acuerdo de cuando era pequeño (ya va haciendo tiempo) y en algunos circos se anunciaban seres extraordinarios como reclamo para acudir a las funciones. Estos seres extraordinarios eran la mujer barbuda, el enano más enano del mundo, una sirena, el hombre sin brazos y ... la mujer de tres senos (o tetas).

Siempre me quedé con ganas de haber ido a verlos. Pero mira tu por donde hoy mismo, sin comerlo ni beberlo, he podido ver a un ser extraordinario con tres senos: yo mismo. Hoy tocaba revisión hospitalaria con punción y aspirado de médula. Para mi sorpresa el doctor que me lo ha hecho era nueva en el hospital. Nuevo fichaje y éste que suscribe, se echa a temblar. Y no me he equivocado: mucho se ha pensado dónde hacerme la punción y mira que está fácil, carajo, en el esternón, justo en el "canalillo", si ya llevo unas cuantas. Pues no, este novato que se empeña en hacérmelo más arriba. Malo, malo. Y claro, jeringuilla en ristre, zas, puñalada (y no exagero). He descubierto tres asteroides nuevos y una galaxia entera. Y como debe ser que veía que no lloraba y esta circunstancia le debía extrañar, se ha ensañado con mi pecho como si de un picador de plaza de cuarta categoría fuera. Y venga a empujar, y venga a mover. ¿Te duele?, me pregunta el malevo. Y allí, ensartado, mi orgullo renace: "No". Y rendido cesa en su empeño de convertir la punción en una especie de suerte de varas, sólo que con el toro, yo, postrado en una cama sin escapatoria. Doblegado, pero perverso, me hace el aspirado y donde siempre ha sido una sola jeringuilla, éste, sádico y cruel, me saca dos.

Ahora soy uno de esos seres extraordinarios que las nieblas de mi infancia me traen de recuerdo: el hombre con tres senos (o tetas). Lo malo es que este tercero (o tercera) no me lo puedo tocar porque duele. Ya te digo que si duele.



El lunes unos pacientes amigos lograron sacarme de casa para hacer fotos al embalse de El Vellón. Rompieron mi aislamiento asocial, cosa que les agradezco infinito, pero no mis talones, cuya actual autonomía no pasa de 15 minutos andando y 5 minutos de pie. Logré subir una cuesta de 20 m, eso sí, con el resuello de un anciano de 90 años. Menos mal que la tarde la pude pasar sentado en el sofá. Al día siguiente cogí la tarjeta de memoria y descubrí, para mi asombro, que había hecho dos fotos ....





Fotografía: postal, sin más pretensiones, del embalse de El Vellón (Pedrezuela)