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viernes, 31 de julio de 2009

Tramontana, leyendas del Galatzó: Comte Mal




















Allí arriba, desde sus cimas, se divisan bellas playas con aguas de color turquesa y profundos barrancos sumergidos en su umbría.

Allí, sólo se escucha el rumor del viento jugando entre las rocas y el latido del corazón acelerado.

Allí no hay chiringuitos, ni alemanes orondos con la piel ardiendo, ni hooligans alcoholizados vociferando, no hay excursiones capitaneadas por una mujer con paraguas rojo, ni se hace top-less porque el húmedo viento no invita.

Y tampoco llegan las alimañas asesinas descerebradas que no tienen mejor forma de pasar sus patéticas vidas que sembrando de muerte y terror la vida de los demás.

Allí arriba sólo habitan espíritus inquietos que atemorizan al montañero, espíritus que nacen de las leyendas que corren de boca en boca por las gentes del lugar. Son las leyendas de la Tramontana.

Como la popular leyenda del Comte Mal, en las tierras del Galatzó, montaña mágica donde las haya. Personaje condenado por su crueldad a cabalgar eternamente todas las noches del año sobre un caballo negro envuelto en llamas y aullando desde los infiernos.

El Comte Mal sembró el terror entre los habitantes de Galatzó y cuentan que tan duro tenía el corazón que era de piedra. Y allí arriba cuando le fue arrebatado el corazón por el mismísimo demonio como pago por sus servicios, viendo el maligno que lo que le sacaba del pecho era una simple roca y no un corazón, lo arrojó montaña abajo con gran furia, provocando que en la Tramontana se labraran enormes y oscuros barrancos. El demonio, encolerizado, lo maldijo y condenó a habitar encadenado en el mismo lugar donde estaban las literas donde dormían los esclavos que él mismo tenía atados con cadenas.

Así, cuentan los lugareños que de noche se escuchan las cadenas con que le demonio tiene atado al malvado noble.

Y yo, allí arriba, oyéndole aullar y rodeado de esas tétricas nubes de las que en cualquier momento puede salir el Comte Mal montado en su infernal rocín …….

domingo, 26 de julio de 2009

Sara Matarranz: una voz en busca de un sueño

Últimamente, fruto de la casualidad o más bien de que me hallo en su camino, estoy teniendo la oportunidad de conocer una serie de personas que luchan por un sueño. Son personas que irradian una tremenda energía, entusiasmo y ponen el alma en lo que hacen.

Ellas me están enseñando que el cambio, aunque aterra, es necesario y la única manera de alcanzar los sueños.
Y con todas sus fuerzas buscan el camino hacia “El Dorado”. La suerte de poder conocerlos y saber de sus historias me llena de valor para tomar su camino.

Son los “atrapasueños”.





























Ella es Sara Matarranz, joven y prometedora soprano. Que digo, de prometedora nada, ya es una realidad. Prueba de ello es que no para de viajar por toda España y el Mundo dando recitales.


Suerte Sara, que los vientos del cambio soplen a tu favor y atrapes con tu voz el bello sueño que persigues.



miércoles, 8 de julio de 2009

Ella y yo




















Vengo hoy a decirte, como a mí mismo,
en esta noche en que mi historia acaba
crepúsculo de ingenios mortecinos
que no me esperes, que te vayas.

Si hasta aquí he vivido sin ti
por más prisa que traigas
no te entretengas por mi
que seguiré mi camino con calma.

Lisonjera me apuntas sin preguntarme la causa,
si no te mandé llamar ¿por qué ante mi te paras?

Que no quiero verte, ni a la cara mirarte,
que no quiero oler tu olor, y tampoco escucharte,
que si de ti me hablaron, si ya en otro sitio te vi
ya me olvidé de tu rostro, maldita dama.

Gélido aliento, noche oscura
negro cendal, pálida luna,
ni siquiera traes tras de ti
tu macabra locura.

Ella y yo, en soledad traidora,
no te mandé llamar,
ni te nombré otrora.
Quiero seguir viviendo
pero aquí se acaba mi historia.