Todas las fotografías y textos son propiedad del autor. Todos los derechos reservados. Copyright © 2010 José Luis Esteban




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jueves, 30 de diciembre de 2010

El nido de termitas y la caja mágica

Anduve por aquel interminable pasillo perfectamente simétrico con puertas a ambos lados perfectamente idénticas. Sobre cada puerta una luz sempiternamente encendida; sobre cada puerta una sucesión de números que nunca se repetían, demencialmente alineados y relucientes. De vez en cuando un ser fantasmagóricamente vestido de blanco y sin rostro se cruzaba en mi camino sin articular palabra, sin ademán, sin gesto.

203, y abrí cauteloso la puerta que estaba cerrada. Allí yacía postrado en una cama de blanquísimas sábanas con anagramas indescifrables el Hombre Más Fuerte del Mundo. Un perturbador tubo de plástico le salía de la nariz y, como la trompa de un elefante hambriento, serpenteaba por la habitación hasta encontrarse con una bolsa llena de una pasta incolora, inodora, insípida. Indescriptiblemente aséptica pero vital. Unos crueles y ya mugrientos esparadrapos aseguraban aquel apéndice elefantino en la lacerada fosa nasal del Hombre Más Fuerte del Mundo. “Mañana”, me dijo entrecortado y ahogándose en sus flemas, “me esculpirán una boca en el vientre …”. Una estruendosa tos rasgó el silencio de la habitación. “… y podré comer”.

Sus nervudas manos, desmayadas y sin ningún vigor, se apoyaban sobre las sábanas a la altura de sus muslos. Sostenían testimonialmente dos mandos llenos de botones encriptadas y de colores, que a buen seguro no tendría fuerzas para pulsar llegado el caso. Un ejército maldito de termitas le había anidado en el cuerpo y se había extendido por todos sus músculos, devorando en días lo que decenas de años habían construido el gimnasio y los batidos de proteínas. Esos infames bichos le habían destruido ya los hombros, los abdominales y quién sabe qué festín se estaban dando con sus entrañas.

“En unos meses podré comer y volveré a andar”, murmuró el Hombre Más Fuerte del Mundo volviéndose a ahogar con un ensordecedor estrépito, como queriendo sacudirse la jauría que le estaba arrancando la vida a cada dentellada.

Y me despedí del Hombre Más Fuerte del Mundo con un adiós que era un hasta nunca.

Angustiado y compungido decidí buscar una caja mágica para olvidarme de aquella escena y huir del nido de termes. Pero antes de abrirla debía de seguir las instrucciones: “Sube a los Canchales por el camino cubierto de nieve. Siéntate en una roca y cuando un rayo de sol te alcance abre la caja e invoca a Guadarramiellas”. Así lo hice. Y fue entonces cuando el cielo se cubrió de algodones, una fina lluvia empezó a mecer el agua de los charcos que se habían formado en las oquedades de las rocas, el sol calentaba mis mejillas y en las cumbres relucía esplendorosa la nieve.


El tiempo se detuvo. Comprendí que el nacimiento es dolor, envejecer es dolor y la muerte es dolor. Pero que aquello que tenía ahora delante de mi siempre había estado allí.



miércoles, 22 de diciembre de 2010

El último rayo de luna

Los recuerdos y la memoria me obsesionan. A ellos escribo este verso:



"Cuando la luz se apague sobre la memoria
y el último rayo de luna
tierno la abrace,
se revelará el hueco irreversible,
repudio de toda sepultura,
donde moran tus recuerdos y mi olvido.

En pos del crepúsculo sereno
partirán las aves que anidaron
los umbríos rincones de tu estancia,
dejando en las rejas del jardín
postales escritas con tus lágrimas.

Y allá en el árido paisaje
donde huele a huesos la tierra,
yacerán jirones de tus venas
bajo el palio de la luna engalanada
con las dalias y los nardos
de tus penas.

Ya se apura el pábilo en tu boca,
ya te trama el olvido en la memoria,
y se extingue la luz en tu mirada.

Baja lento el telón, que nunca acaba
de ocultar tus retratos y mi rostro,
borrando del libro las palabras
que fueron, y ya no son tu historia.
Mi historia.
Nuestra historia.

Haz de luz que se apaga,
beso de la luna que te huye,
presagio de la bruma
que te sangra las sienes y te aturde.
Muérdeme la vida y si pereces,
que no sea en tus recuerdos y mi olvido."




Dedicado a todos aquellos que de una forma u otra me apoyan y me siguen.


miércoles, 15 de diciembre de 2010

Exposición "Regala Arte"

"Te ha comido la lengua un gato" suele decir mi madre. Y yo me arrastro como puedo.

Como comprometido, participo en una macro-exposición con el firme propósito de la Galería de vender mucho (jajajajajajaja) por lo que las obras, pintura, fotografía y escultura, son de pequeño formato. Tiradas de precio, vamos. La panacea (por cierto, muy extendida entre algunas galerías): más pequeño, menos valor, más vendo. Y al Moody's que le den.

Participo con 10 fotografías en tamaño A4 impresas en tintas EPSON sobre papel HARMAN baritado (pequeñas, sí, pero dignas). Son un popurrí paisajístico, ya que me dijeron "trae algo vendible" (o traducido al castellano, no traigas tus fotografías conceptuales ¡cómo si yo hubiera hecho un máster internacional de fotografía en una prestigiosa escuela, no te digo!).

Del 20 de diciembre al 8 de enero, y se inaugura el próximo lunes 20, en la habitual galería Montsequi. Aunque a día de hoy, salvo que me arrastren, no asistiré (y eso que me tendré que escabullir porque doy clase de mi taller de fotografía allí ese mismo día hasta las 19:45).

Bueno, le devuelvo la lengua al gato que ya me está empezando a mirar mal. A lo mejor es que hay algún perro ladrándole.