Todas las fotografías y textos son propiedad del autor. Todos los derechos reservados. Copyright © 2010 José Luis Esteban




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jueves, 30 de septiembre de 2010

Exposición "Ella y yo" en Mérida

Esta es la primera vez que expongo fuera de Madrid. Lamentablemente no podré asistir mañana a la inauguración, es antes la obligación que la devoción.

Se exponen las fotografías de mi trabajo "Ella y yo" con el que gané el Concurso de Fotografía de EFTI 2009 y me becaron con el máster. Encargué imprimir las copias con tintas pigmentadas sobre papel Hahnemühle Baryta a 1 metro de tamaño, con un resultado sorprendente, y van montadas al aire sobre dibón y bastidor de madera.

Menos mal que he podido enviar a mi agente artístico a Mérida para entregar y colgar las obras en el Centro Cultural "La Alcazaba". ¿Qué haría uno sin los padres?

Yo, d.m., iré el sábado a ver cómo ha quedado y realizar para mi archivo, el correspondiente reportaje gráfico.

Si puedo hacerme con la nota de prensa, la publicaré en el blog.



Tarjetón de la exposición:

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Y volví a buscar las náyades

Está mi cámara muy perezosa últimamente, pero como dice mi amigo Pablo, las musas a veces vienen, a veces se van. Y en ese menester creo están mis náyades, que no saben si van o si vienen.

Aprovechando el fin de semana pasado y que los cielos de Madrid vuelven a poblarse de nubes anunciando la inminente llegada del otoño, saqué mi cámara a pasear. Tuve que despertarla de su letargo y animarla un poco, porque andaba deprimida, prometiéndola que iríamos de nuevo en busca de nuestras náyades.

A fe que no vi ninguna, no sé si porque las aguas empiezan a replegarse por la sequía, porque me extrañan debido al largo período en el que no las he ido a visitar o porque han emigrado en pos de mejores lares donde habitar. Cuando hube explorado un buen rato el misterioso territorio de las náyades descubrí unas siluetas apostadas en la orilla, vara en mano, en inmóvil ademán hierático, como si de estatuas de sal se trataran. No eran ni gigantes fruto de un encantamiento, ni las huestes de Pentapolín del Arremangadobrazo, ni las de Félix Marte de Hircania. No. Era algo menos poético, más vanal, más del siglo XXI, pero que explicaba el por qué las náyades no se dejan ver: era una recua de rumanos caña de pescar en mano, ebrios la mayoría aunque silenciosos (esta vez), rodeados de una ingente e inexplicable cantidad de bolsas de plástico y latas de cerveza, que según pude comprobar dejan allí por toda la orilla depositadas (que no abandonadas, no seamos mal pensados) para que las náyades puedan comer los restos de bocadillos de panceta y cerveza que quedan.

¡Que burros! ¿Es que no saben que las náyades son vegetarianas y abstemias?



Una de las ventajas de la cámara fotográfica es su virtud de encuadrar, o sea, poder elegir qué parte de una escena atrapa y qué parte deja fuera. Y esto además es lo que distingue a un fotógrafo. Así que opté, no sé si acertadamente, por no fotografiar las patéticas huestes y dedicarme a lo mío, las náyades (que al parecer mi cámara sí puede verlas).


Fotografía: embalse de Santillana, hogar de las náyades.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Decisiones

Afirmaba Ortega y Gasset que «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo».

Y yo digo que "Yo soy yo y mis decisiones, y si las acierto, jamás lo sabré yo"

Nos pasamos la vida decidiendo, hasta para cruzar la calle, el color de un vestido, si la llamas o no, si no la vuelves a llamar, si ríes o si lloras ... si te vas o te quedas.

A veces me paro unos minutos y pienso ¿cuántas decisiones he tenido que tomar para llegar aquí?, y si hubiera cambiado alguna ¿dónde estaría ahora?

Hasta para el acto fotográfico es determinante, y yo diría que crítico, el hecho de decidir: qué, cuándo y cómo. Y en esto se distingue la buena fotografía del resto, en la decisión que toma el fotógrafo al hacerla: sobre qué fotografiar, en qué momento y con qué encuadre. Por eso, ahí está el Mundo, que es el mismo para todos, y no hay dos fotografías iguales.

Las fotografías NO cuentan historias. Eso es una tontería (salvo para los concurso de fotografía de ron BRUGAL). Las fotografías muestran un instante y no de forma inocente porque son fruto de una decisión, abren una puerta, y hablan más del fotógrafo, que de lo fotografiado.


NO HAY INSTANTES DECISIVOS, SINO DECISIONES DECISIVAS.

Donde lo lleven a uno siempre se acaba sabiendo. A dónde le hubieran llevado la decisiones contrarias, jamás. Por eso nunca sabremos si acertamos.

Entonces, no lo pensemos más .....




Fotografía: Wulaofeng (Five Elderly Men Peaks), Lushan Mountain (Provincia de Jiangxi, China)

jueves, 9 de septiembre de 2010

Los fotógrafos no madrugan

Por fin hoy he terminado la versión en inglés de mi web (ya me puedo internacionalizar). Seguro que algún error tiene, pero es que ya la vista echa chiribitas (ojo a la segunda acepción de "echar chiribitas" que recoge la RAE: ""Expresar en la mirada la ilusión de que algo deseado va a suceder pronto"").

De paso, aunque esto último ya lo hice la semana pasada, he actualizado mi porfolio "comercial" y he añadido 8 piezas nuevas a la serie "LACRIMA", de las cuáles hay varias que me parecen muy buenas y aportan mucho a la serie. Ya veremos como les va por estos mundos de Dios ....

La semana que viene toca meterse con las galerías de paisaje, habrá novedades.

Cambiando de tercio, que no de mundillo, hoy leía en la autobiografía de Helmut Newton que estoy terminando una de sus gloriosas frases, como no, cargadas de ese "tonillo" socarrón que entre líneas dice algo así como: jódete, que yo he sido uno de los mejores fotógrafos de moda de la historia. El gran Helmut dice:

"Lo hermoso de la fotografía es que es comparativamente barata de producir, se puede hacer con rapidez con un mínimo esfuerzo de personal y equipo, y si metes la pata en un trabajo siempre puede salirte bien otro. Además, no hay que madrugar".

Sí claro, que bonito. ¡Mamá, quiero ser fotógrafo!



Fotografía: Tina Menor, San Vicente de la Barquera (Cantabria) ... ay, la tierruca ....

martes, 7 de septiembre de 2010

Tangueando: desde un sueño hecho pedazos

Recuerdo la letra de un viejo tango, pura poesía, que cuenta el retorno de un hombre al barrio que le vio nacer. Me encanta este lamento vital, un lamento que va desgranando el pesar del que vuelve a su origen después de un fracaso existencial:

“Con el pucho (colilla) de la vida apretado entre los labios,
la mirada turbia y fría, un poco lento el andar,
dobló la esquina del barrio, curda ya de recuerdos,
como volcando un veneno esto se le oyó cantar:
Vieja calle de mi barrio donde dí mi primer paso,
vuelvo a ti gastado el mazo en inútil barajar,
con una daga en el pecho, con mi sueño hecho pedazos,
que se rompió en un abrazo que le diera la verdad…..

Aprendí todo lo bueno, aprendí todo lo malo,
sé del beso que se compra, sé del beso que se da;
del amigo que es amigo siempre y cuando le convenga …….

Aprendí que en esta vida hay que llorar si otros lloran
y, si la murga se ríe, uno se debe reír;
no pensar ni equivocado... ¡Para qué, si igual se vive!
¡Y además corrés el riesgo que te bauticen gil! ……

La experiencia fue mi amante; el desengaño, mi amigo...
Toda carta tiene contra y toda contra se da!
Hoy no creo ni en mí mismo. Todo es truco, todo es falso,
y aquél, el que está más alto, es igual a los demás...
Por eso, no has de extrañarte si alguna noche, borracho,
me vieras pasar del brazo con quien no debo pasar"


Así que lo mejor si un sueño se hace pedazos cuando lo abraza la realidad (¡qué hermosa metáfora!), es ponerse a tanguear. Quizá en los compases de una milonga uno encuentra el consuelo, o en los vapores de una curda o en los brazos de una "mina" ..... (y no lo digo yo, lo dice el tango).