Todas las fotografías y textos son propiedad del autor. Todos los derechos reservados. Copyright © 2010 José Luis Esteban




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martes, 30 de noviembre de 2010

La despedida

Nota encontrada en una pequeña maleta abandonada en el cráter de un volcán de Islandia:

“A mis nietos Ezequiel y Camino, que nunca conocí:

Un día, queridos míos, decidí dejarlo todo. No fue aquel día ni bueno ni malo. Fue un día de tantos, un día cualquiera.

Me cansé de saltar de flor en flor deshojando los días. Y de caminar camino atrás, remontando lo andado.

Me cansé de regresar a donde había partido. Cada vez más viejo. Sin aliento y sin sentido.

Me cansé de recordar cuánto había errado, y de mortificarme en todo lo que no había conseguido. Me dolían los dedos de pasar tantas hojas que se me escapaban entre las manos.

Me cansé de no poder imaginaros, y de no saber dibujar vuestros rostros, de ojos azules y pelo plateado.

Me cansé de leer en los ríos vuestros recuerdos y el mío. Y de no saber volar.

Me cansé de estar perdido.

Un día decidí dejarlo todo. Metí mi vida en una pequeña maleta, y sin despedirme de nadie, me dejé llevar por el viento.

Firmado: Sebastián Calomarde”





lunes, 22 de noviembre de 2010

Die unendliche Geschichte

A veces puede verse a Atreyu subido sobre el lomo blanco de Fujur escapando de la Nada entre las nubes, porque ya ningún humano nombra a la Vetusta Morla.

Es vieja, sabia y poco sociable, pero si no la nombramos más, la Nada se apoderará de Fantasía: "Oh, Vestusta Morla".




Fotografía: embalse de Santillana desde La Pedriza

jueves, 18 de noviembre de 2010

El extraño mundo de Sebastián Calomarde





















PRESENTACIÓN

Permítanme que me presente. Mi nombre es Sebastián Calomarde. No, no traten de buscarme, ni de averiguar de donde procede mi voz. Ya se lo digo yo: de este oscuro rincón donde yace inmóvil mi calavera.

Mi historia no empieza frente a un pelotón de fusilamiento, ni es una aventura fabulosa colmada de milagros y tragedias. Mi historia, por el contrario, es sólo una historia de fantasías y alguna que otra obsesión.

No sé de dónde soy porque mi memoria no alcanza y, además, aunque lo supiera, se negaría a ello. Los recuerdos que pueblan mi soledad, lejos de ser testigo de mi pasado, sólo sirven para hacerla más profunda. Es por ello que les pida, lectores, entiendan las lagunas que en lo que aquí les narre pudieran hallar.

La vida me fue sacando hilachas del jersey con que mis padres me entregaron a este mundo. Hilachas que fui perdiendo en mil derrotas y algún castigo de Dios. No recuerdo haber sido desvergonzado ni libertino, todo lo contrario, siempre me atuve a decoro y otros respetos, aunque confieso haberme tomado alguna vez más libertad de la debida. Es por ello que quizá me haya correspondido siempre más castigo que merecimiento.

No fue el que les habla adalid en grandes hazañas, ni promotor de grandes aventuras, salvo las que la vida fue poniendo a mi paso, más bien entiendo fruto del azar, que de una maquiavélica maquinación. Lo que no quita empero me viera envuelto en un viaje al extraño mundo que preténdoles narrar.

Como la mayoría de las cosas mágicas en la vida no supe nunca cómo comenzó, aunque el final, ya me ven como me hallo, es fácil de averiguar.

lunes, 15 de noviembre de 2010

De atardeceres

Cada día, como todos los días, el Sol se pone. Un atardecer nuevo, infalible, escrupulosamente puntual y predecible, sucede. Y así ha sido desde que existen el Sol y la Tierra.

Existen cada día, como todos los días, esos minutos de embrujo en el que la luz, agónica ya, difusa y caprichosa, dibuja siluetas, inventa colores y arrastra pasiones.

Todos los días se repite con precisión marcial la solemne ceremonia. Todos los días hay quien anhelante, con pueril vehemencia, los aguarda. Quien sabe si para atraparlos o bebérselos. Quien sabe si para dibujarlos o entregarse a ellos.

Con una infantil sonrisa dibujada en los labios y un cosquilleo merodeando en el estómago yo salgo aún a buscarlos, quien sabe si para soñarlos o para perderme en ellos.





Fotografía: riscos sobre la cala Tuent (Mallorca)

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Carnicerías en China (primera parte)

¿Qué pensaría un sufrido ganadero español acuciado por veterinarios, vacunas, mataderos, Sanidad, si viera esta foto?

¿Y un sufrido carnicero agobiado por préstamos, IVAs, módulos, facturas de la luz, alquileres?

Allí, en la República Popular, todo esto son nimiedades cuando se trata de "emerger" como potencia económica mundial. Un arcén se convierte en un matadero improvisado, y en propia carnicería. Hay que ahorrar costes innecesarios, hay que abaratar el producto. Además, y ya lo dijo alguien de cuyo nombre no quiero acordarme, la calle es suya.

Reflexionemos.

Por cierto, ¿qué hace un humilde chino descuartizando "su" vaca para luego "venderla" y con el dinero que saque "comprarse" un coche? Ver para creer, ni el comunismo es ya lo que era.

A lo mejor se le ocurre a alguien decir que China es un buen destino para ir a trabajar y vivir. ¡BUENO NO, FENOMENAL!


Fotografía: un arcén de una carretera cualquiera, que atraviesa un pueblo cualquiera, en cualquier provincia de China (qué más da el nombre), un carnicero cualquiera y una vaca a medio descuartizar cualquiera.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Canencia: Mis montañas, el viento y un soneto

Tenía abandonada la pluma con la que escribo poemas. Pero por aquí volaban. Unos abandonaban ya muertos el nido, otros se olvidaban. Los menos, aprendices de pájaro, ni del cascarón asomaban.

El lunes, con un viento que arrebataba capas y escupía arena, me aventuré entre los bosques de Canencia, vestidos de otoño para la ocasión. La belleza, que no tiene definición y no conoce de modas, me rodeaba y no pude por menos que buscar algún rincón donde retratarla. Vano e inútil el esfuerzo.

Pero mientras recorría el sendero, el bosque entero se puso a rugir en una estremecedora sinfonía que me cautivó. Quizá la magia del momento, o la emocionante y honda experiencia de haber disfrutado el día anterior la exposición de Miguel Hernández, hizo que estos humildes versos en forma de soneto, esta vez sí, del nido se asomaran:





Frío viento por las cimas te quiebra
mesándote en los roquedos las canas,
ruge, grita, te gime en las entrañas
devanando de aullidos tus veredas.

Silbo gélido tus ramas enebra
color de otoño, fular de campanas,
a llevarse vino en cabeza vana
lo que te dio fugaz la primavera.

Se encoge con sordo estruendo mi alma,
que a tu bosque fue a buscar lisonjera,
el devoto cantar de inhiestos pinos.

Helado el postrer beso que te llama,
y así, soñándote la vida entera,
lloró mi corazón de peregrino.




Fotografía: Canencia, Madrid