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martes, 15 de febrero de 2011

Los malvados no paran de huir aunque nadie los persiga ...

... porque no saben que ningún hombre puede escapar de su propia sombra.



Una mañana de febrero envuelta en brumas. Son las 6:30 de la mañana. La ciudad despierta con un bostezo mortecino que se descuelga de las farolas. En las ventanas se asoman silenciosos los fantasmas. El aroma del café también bosteza, perezoso, rebotando su eco por la alcoba. Un ojo de cristal enorme, voraz, en vigilia, acecha por detrás de las cortinas. Click ... silencio. Un borboteo agónico exhala su último aliento embozado en cafeína. Los fantasmas miran el reloj: es hora de partir. Más silencio. Clack. Y se impregna la retina de silicio con ese instante. No es el que hubo, ni es el que será. Es, simplemente, aquel instante.



1 comentario:

Anónimo dijo...

" Cendal flotante de leve bruma,
rizada cinta de blanca espuma,
rumor sonoro
de arpa de oro,
beso del aura, onda de luz,
eso eres tú...."

Un besito
M