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lunes, 20 de junio de 2011

El hombre de hojalata

El hombre de hojalata sólo quería un corazón de verdad para poder tener sensibilidad. Quería volver a sentir. Quería volver a llorar. Quería volver a reír. Así que se lo fue a pedir al gran mago.

La ciudad de las hienas y los chacales tenía un corazón de verdad, y podía sentir, podía llorar y podía reír sin tener que fingir. Pero se lo vendió a la bruja mala por un gran saco de monedas. Y ahora en la tierra de las hienas y los chacales sólo se siente, se llora y se ríe con dinero.

El mago le dio un corazón de verdad al hombre de hojalata, corazón que hacía tiempo le había arrebatado a la bruja mala con un encantamiento. Así el hombre de hojalata, que antaño había sido leñador, se puso muy contento y se fue a su bosque con su nuevo corazón. Allí cortaba ramas y hacía tallas que cambiaba en la ciudad de las hienas y los chacales por aceite para engrasar sus articulaciones.

Por las noches, en su cabaña, el hombre de hojalata se quedaba en silencio oyendo latir su corazón y deleitándose con el baile que sus pequeñas tallas le dedicaban al ritmo de su tic, tac, tic, tac, tic, tac.


Y sentía y lloraba y reía.




2 comentarios:

Raquel Blanco dijo...

Me gusta muchisimo, esa mirada es fantastica!

Claudia Riveros dijo...

La leyenda, la foto,la mirada del niño, Hermoso. Que gozada pasar por tu Blog.