Confieso haberme emocionado hasta tal extremo de tener que retorcer la nariz para impedir que me cayera alguna lágrima.
Siempre estuve enamorado de esa belleza salvaje de la gata sobre el tejado de zinc.
Descanse en paz ese bello animal de ojos violeta, increíblemente violetas.
Fotografía del gran maestro Richard Avedon
miércoles, 23 de marzo de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario