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martes, 19 de abril de 2011

Del extraño encuentro acaecido entre el Perro Filósofo y el Lobo del Pantano

Guau, guau. Auuuu, auuuu. Se saludaron el Perro Filósofo y el Lobo del Pantano.

Al Perro Filósofo se le movía, de vez en cuando, en el riñón una piedra. Al Lobo del Pantano la sangre, de repente, se le había vuelto blanca. Guau, auuuu. ¡Qué suerte la nuestra!.

Al Perro Filósofo no le habían dado quimio, pero estaba sin pelos, y para cuatro que tenía, ralos. El Lobo del Pantano, alto y lozano, tenía sus pelos. Y sus manos. Y un bozal verde en el bozo. ¡Que suerte la suya!

“He venido a advertirte”, ladró el perro como una hiena, “que Lord Byron murió de leucemia. Somatizó la pena”. Y siguió riendo, mitad perro, mitad hiena. Sonrisa sardónica, guau, de gran algarabía: afectada y no nacida de interior alegría. ¡Pero ríase hombre, si la risa es buena!

“Y Espronceda de una piedra”, aulló el lobo, mire usted por donde, como una hiena. Y siguió aullando lamiéndose una vena.

Apareció Napoleón en escena: con su son cubano, su piel de noche y sus ojos de leche. Pussssss, pussssss, ….. once, siete, ….. psssssssssssss. “A Iniesta lo sancionan”. “¿Cómo dice?”.”¡Que pase buena noche!”.”¡Y que usted lo vea!”. Y desaparece Napoleón de escena, con su bata blanca, y su sonrisa de hiena.

“Bueno, chaval, que me voy a seguir estudiando las estrellas”, espetó de soslayo el Perro Filósofo rascándose un costado, acaso por pulgas o porque no tenía otra cosa a mano. “Gracias por la visita, majo”, masculló ahogado el Lobo del Pantano, muriéndose de hambre, “que por nuestra mala cabeza así nos quedamos, tú con tu piedra, y yo con la mala sangre”.

Y el Perro Filósofo levantó una pata. Y el Lobo del pantano, la otra. Se dio media vuelta, meneó el rabo por el pasillo y le dijo adiós con la mano. O con la pata. O con la piedra. O con los cuatro pelos ralos.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo está dicho ya pero como lo olvidamos hay que repetirlo cada mañana: “Se comprensivo y piensa que cada persona que te encuentres en tu camino está librando una dura batalla, incluso los pobres calvos que intentan ayudar” (Aristóteles)

Anónimo dijo...

me ha emocionado