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jueves, 14 de abril de 2011

El rastro de sangre

No hay como seguir un rastro de sangre para encontrar el camino de vuelta a casa. Aquellas palabras que resonaban en su mente lo despertaron aquella fría y blanca mañana. Una mañana, como todas sus últimas mañanas, fría y blanca.

Escarbó en la nieve buscando alguna zona en que el hielo aflorara. Y allí apareció su cara de lobo, iluminada por los últimos rayos de la luna y el fulgor de una nueva alborada. Pero aquella vez, el gélido retrato de cada mañana, había cambiado. Asomando por el afilado extremo de sus enormes colmillos blancos, un casi imperceptible hilo de color rojo se precipitó hasta la superficie helada que reflejaba su ahora encendida mirada de lobo, envuelta en vida, aunque demacrada. Su sonrisa se abrió, enorme y blanca, de oreja a oreja. Clavó los colmillos en el hielo con una fuerza inusitada. El agua helada crujió entre sus patas, resquebrajándose, tiñéndose de color rojo en cada una de las caprichosas grietas en que se había convertido el improvisado espejo.

Como si se tratara de un último suspiro de vida, aulló para romper el alba, para avisar de la venida del nuevo día. Y comenzó a trotar por la nieve, siguiendo su propio rastro pretérito de sangre. Esa sangre roja, hermosa. Ese inequívoco rastro que lo devolvería a su tierra, a su casa.

Y volvió a aullar, despidiendo la noche, acariciando de vida aquella nueva madrugada, con su sonrisa de lobo. Con una enorme sonrisa. De oreja a oreja.



6 comentarios:

Anónimo dijo...

Que no, JL, que de esta sales. No es más que un incidente, un susto o una crisis (de crecimiento) pero poco más. Estás estrenando conciencia de caducidad. Te servirá.
Un consejo de psicólogo: puesto que no hay separación cuerpo-mente, si dramatizas demasiado (si sobreactuas) el cuerpo se confunde y segrega neurotransmisores que no le vienen bien a tu sistema inmunológico. Déjate de sangres y leches hasta que te repongas y escribe (y piensa) sobre cosas alegres, o bellas. No juegues con eso. Procura reírte todo lo que puedas aunque no te apetezca. O busca en Google “endorfinas”.
¿Sabes que el cuerpo no distingue entre la risa verdadera y la forzada y que ambas son antivirales?
¿Y que se puede enfermar por pasarse de poesía dramática, como les pasó a muchos románticos del siglo XIX?
http://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=55910
Grrrr

J HDC dijo...

La enorme diferencia entre un perro y un lobo, es que éste siempre va con una enorme sonrisa de oreja a oreja.

Déjate de ataduras científicas y definiciones, y cántale a la luna.

Anónimo dijo...

La ciencia no es más que el sentido común filtrado por la experiencia de muchos. Y cura.

Luis dijo...

JL por mi parte escribe de lo que tengas ganas de escribir que por ahi pasa la vida.

J. Lopez dijo...

Canta a la Luna, canta al Sol o canta a las estrellas..... Pero no dejes de cantar.
JLS

Eluge dijo...

Mientras te acompañe la esperanza y haya una luz que perseguir tus palabras y tus fotos seguirán fluyendo.
Un abrazo.